Llevaba un tiempo pensando que me gustaría hacer un cuaderno temático con dibujos realizados en el Huerto del Cura y, por fin, el pasado fin de semana, decidí pasar dos tardes maravillosas dibujando, que volvieron a poner en equilibrio esa paz interior que la semana pasada tenía un poco alborotada.

Nada más entrar al huerto, a la izquierda, hay una casa blanca, muy bonita y acorde con él, que tiene una porchada con unos pilares que siempre me han gustado mucho porque son de tronco de palmera. Justo al lado, hay una capillita preciosa, con una virgencita, que por sus colores, me recuerda a México. Cada vez que he acompañado a algún amigo de fuera, a visitar el huerto, he pensado que un día me gustaría venir a dibujarla, así es que cogí mi bolso de «Me gusta pintar» equipado con todo lo necesario y entré.

Las sillas de enea, estaban todas pegadas a la pared y aunque en un principio me senté en un lateral, me apetecía pintarla de frente, por lo que, con mucho respeto, le pedí permiso (a la virgencita) para que me dejara mover la silla y así poder mirarla mejor a los ojos…Me dijo que sí claro ^_* y a nadie más le pareció importar.

Fue muy especial porque durante ese ratito, aquella estancia, fue tan solo para las dos… De vez en cuando, asomaba la cabecilla algún turista, que debió pensar que formaba parte del decorado.

Os dejo un pequeño vídeo del momento: Dibujando la Virgencita

Lo pasé tan bien el sábado, que el domingo, decidí volver. Esta vez, nada más entrar, tuve la gran suerte de encontrarme con este maravilloso pavo real, por lo que me senté rápidamente y no me hizo falta buscar más…

Se quedó un ratito entre las cañas de bambú, justo el tiempo necesario para poder dibujarlo…

Mientras dibujaba, fue bonito escuchar  a los pajarillos varios y lo que las personas, que visitaban el Huerto, iban contando sobre los árboles…

Os dejo un instante: Dibujando al pavo real

Me hizo gracia también que mamá pava, pasase por delante con sus pavitos ^_*