Un gigante amable

El lugar donde nos hospedamos en Budapest estaba frente a estación de tren de Keleti, Desde el primer día nos llamó la atención la cantidad de gente que había por la noche en la estación sentados, charlando o durmiendo sobre telas de colores. No eran húngaros, ni vagabundos, eran personas de otros países como Paquistan, Aganistan, o eso es lo que a mí me pareció porque muchos hablaban en urdu, que estaban allí como esperando… La verdad es que me impresionó, e intenté preguntar una noche a un chico que se ofreció a ayudarnos a encontrar una calle que estábamos buscando en el mapa, aunque de poco sirvió porque no sabía que allí cerca, en su ciudad, había un barrio judío, tampoco me gusto mucho lo que nos contó de aquellas personas: Están de paso, no son buena gente y no quieren nuestra ayuda. Les damos comida y la tiran.
Habían niños también, vi como un chico de un grupo, una noche, sonreía a uno de ellos, que debía tener unos tres años, y le extendía el brazo ofreciéndole un bocadillo mientras seguía sentado en el suelo y este los miraba de pie desde la acera. Me dio la impresión de que no lo conocían pero que compartían con el niño algo tan importante como es la comida. La madre debía estar en el grupito de al lado observando como yo la escena…
Ya sé que es un tema complicado, pero creo que deberíamos estar preparados para tratar, en momentos como este, con dignidad a las personas.
Esta mañana, he leído que un gigante amable está ayudando, allí mismo, a los migrantes…

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