No recuerdo, si cuando yo era adolescente, me regalaron algún libro por mi cumpleaños, tampoco si me gustó que me lo regalaran, el caso es que yo, a la inversa, sí lo he hecho… esta vez, como madre y aprovechando que se lo habían pedido en la universidad (eso quizás debe gustar menos, je, je, pero estamos en periodo de ser prácticos).
«Puedo prometer y prometo»…Lo primero que hice cuando me lo comentó, fue preguntar a mi padre si lo tenía, porque es de los libros que pienso le gustarían, por la forma en la que él vivió esta época de la transición. Él también fue de aquellos primeros concejales de su ayuntamiento, je, je, pero eso quizás ya lo cuente otro día.
Esta mañana, mientras degustaba un desayuno, un poquito más especial, con mi primogénito, por ser este el día en el que vino al mundo, sentada a su lado, he empezado a leer este libro que ya desde el principio me ha gustado. Fernando Onega, su autor, dice que más que un libro es «un cariño» al que un día, uno de lo más grandes hombres de nuestra historia, le ofreció colaborar con él.
En las primeras páginas que he intentado leer en lo que da un desayuno, me he encontrado con un momento que ha hecho que cayera una lágrima por mi mejilla (en realidad ha sido alguna más)… Pertenecía al momento en el que todavía no se sabía nada de los inicios de alzheimer de Adolfo Suárez y he podido ver al hombre que había detrás de aquel que fue nuestro primer presidente de la democracia, al compañero enamorado, más allá de lo que nos permiten la memoria.
Ahora entiendo por qué, cuando pienso en aquella época, me viene un sentimiento de romanticismo…nuestro presidente también lo era…
Que lo disfrutes tanto como yo…
Dolça
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