La Libreta Gris

Hace unos días, mi padre aparecía por la tienda con un ejemplar del nuevo libro del periodista Gaspar Macià, La Libreta Gris, y me lo dejaba con el encargo de que Gaspar se pasaría y le escribiría una dedicatoria. Todavía no sabía que unos días después con la excusa de la dedicatoria, me comprometería con él a ser un nuevo punto de venta por el Dolça World.

A Gaspar le tengo un cariño especial. En primer lugar porque siempre nos trató con mucho respeto e interés a la hora de contar en prensa nuestras diversas actividades culturales a través de los años, pero, sobre todo, porque con él, mi hijo Ismael, estuvo haciendo sus prácticas de periodismo. Aquellas que me regalaron la ilusión de leer el periódico cada vez que publicaban sus reportajes y entrevistas. Un día hablando con Ismael, me contó algo que me gustó mucho: Trabajar con Gaspar tenía más luz.

 

El libro «La libreta Gris» del periodista Gaspar Macìa, podrás encontrarlo en Dolça, C/ Hilarión Eslava 7, Elche.

Precio. 20,00 €

Os dejo con la entrevista que le realizó Ismael Ul Alam, que hoy ya tiene el grado en periodismo, en marzo del 2015. Unos meses después comenzaría a realizar sus prácticas de periodismo en el Diario La Verdad, que cerró sus puertas en Elche el año pasado.

Gaspar Macià Vicente (1957, Elche) es un experimentado periodista y el actual delegado de La Verdad en Elche. Realizó sus estudios universitarios en Barcelona y ha sido partícipe de diversos proyectos a nivel local, provincial y nacional relacionados con radio, prensa y televisión.

¿Por qué se decantó por el periodismo?

Llegué al mundo del periodismo de rebote. Fue una carambola. Mi idea era estudiar dirección cinematográfica o algo relacionado con el cine, pero en 1975 no había nada claro en torno al mundo audiovisual. En Madrid ofrecían los estudios más desarrollados y avanzados respecto a la rama cinéfila que yo quería, aunque, tras descartar ir a Navarra, a mí me atraía ir a la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), pese a que el séptimo arte aún era muy desconocido en la ciudad condal. Tenía la intención de estudiar allí los tres primeros cursos de ciencia de la información para, posteriormente, tomar una decisión en mi vida. Total, que empecé la carrera y me gustó, por lo que elegí dedicarme a esta profesión.

¿Qué recuerdos tiene de su etapa universitaria?

En aquellos tiempos había muy pocos periodistas titulados. Recuerdo que al año siguiente de empezar la carrera salió la primera promoción –antes solo había una Escuela de periodismo-  y que en tercero o cuarto no llegábamos ni a veinte alumnos. Las clases eran personalizadas, cercanas y con personas que ya tenían un amplio recorrido en el periodismo; un hecho que me ayudó a conseguir contactos con periódicos de allí. La universidad te daba la opción de quedarte en Barcelona trabajando en cualquier medio o revista porque si tocabas la puerta de cualquier empresa de la información y decías que eras periodista enseguida te hacían un contrato. Eran unos tiempos muy diferentes a los de ahora. No obstante, mi objetivo era regresar a Elche, pues consideraba que había que trabajar mucho en la prensa local de la ciudad.

¿Cómo fue su andadura laboral una vez acabada la licenciatura?

He de reconocer que antes de llegar a Barcelona ya tenía experiencia radiofónica. Había colaborado en varias ocasiones con RADIO ELCHE. Ahí hacía programas musicales ejerciendo como disc jockey y, a menudo, me dedicaba a hacer críticas de cine. Luego, una vez en la universidad, hice prácticas con el periódico que había en la facultad. En verano de 1978, ya en Elche, fui a la redacción de La Verdad, que estaba en Obispo Tormo, con el objetivo de realizar prácticas allí. Me miraban como un bicho raro. No había periodistas de Elche en la redacción y yo era el único. Era un diario que siempre me había atraído por su progresismo y por la importancia que le daba, de forma fiable, a la actualidad sindical, obrera y política de la ciudad. Hay que destacar que el Información pertenecía al Movimiento franquista, por lo que no despertaba mucho interés entre los jóvenes que vieron nacer la democracia. Como yo era un chico con orígenes en el campo ilicitano, una de las primeras cosas que me encargaron en La Verdad fue realizar una radiografía de las partidas rurales de Elche. Hablaba con los pedáneos para ver qué necesidades tenían y les ayudaba en lo que podía reivindicando sus derechos. Fue algo que después me sirvió para ayudar en colegios e institutos a explicar temas concernientes a las pedanías de la ciudad, por petición expresa de los profesores. En el año 1979 conseguí una plaza fija en el periódico.  Fue la época de la famosa transición. Seguí en el diario trabajando en todas las esferas hasta el 1985, tras un previo paso por Cadena Ser, donde hacía programas musicales, de debate y de carácter genérico. A finales de ese año me plantearon un proyecto para realizar un noticiero bisemanal denominado Periódico Elche, donde estuve como director durante un año. En 1986, con motivo de la apertura de la edición de la Comunidad Valenciana de El País, me llamaron para ser corresponsal del mismo. Un cargo que acepté gustosamente. A principios de 1987 me inicié en un plan muy ilusionante. Se trataba de la puesta en marcha de una emisora de televisión local –TeleElx- con un planteamiento distinto al de otras cadenas que se limitaban a un contenido comunitario y de propaganda. Contábamos con grandes personas y programación propia. Entré como director de los informativos y fui confeccionando poco a poco una plantilla de profesionales. Recuerdo que, al principio, muchos de ellos no sabían manejar conceptos de edición o cámara, pues antes era todo muy rudimentario. La gente se volcó en el proyecto y tuvimos un tremendo impacto social. Estuve en TeleElx hasta 1989, desarrollando programas de diversa temática que, a día de hoy, no dejan de sorprendernos, porque ni los canales privados llegaban a la heterogeneidad de contenido que ofrecíamos. Fue una cantera de donde surgieron periodistas muy preparados como Pepe Pastor, Rafa Macià o Ramón Enric Cánovas, que, posteriormente, formaron parte del equipo de Canal Nou. Tras mi aventura televisiva, colaboré con Radio Cuatre de Radio Nacional de España (RNE) y volví a La Verdad como delegado del diario.

¿Y cómo compaginó estudios y trabajo?

No podía acudir a las clases de forma permanente al ir y venir de Elche a Barcelona. Pero en ese aspecto no me puedo quejar, en la UAB eran bastante flexibles. Nos permitían realizar trabajos trimestrales en casi todas las asignaturas; algo que me ayudó a llevar todo mejor.

¿Qué papel tuvieron los medios de comunicación en la etapa de la Transición?

Un papel fundamental. Tanto en la Transición como en los últimos años del franquismo. Se atisbaba que vendría un cambio a partir de 1973, tras la muerte en un atentado de Carrero Blanco, la mano derecha de Franco. Surgió una pugna entre los partidarios de la democracia y de los continuistas del régimen. En ese contexto, los medios de comunicación eran una apuesta casi general a favor de empezar el proceso de transición. Transmitieron esa idea a la gente bajo un planteamiento de concordia y de buscar el acuerdo. Teníamos que hacer avanzar a la democracia sin provocar una ruptura total que podía poner en peligro el proceso. Por supuesto, hay que tener en cuenta que todas las estructuras seguían en manos del franquismo. En 1975 hubo un tenue avance con la llegada de la Plataforma de Convergencia Democrática; un prólogo de lo que sucedería después. Creo que los medios adoptamos una actitud didáctica y de canalización de las ansiedad de los españoles por la libertad. Explicábamos qué era lo que estaba pasando, cómo se iba a constituir y qué consecuencias podía tener. Todo esto no hubiese sido lo mismo sin el papel que jugaron la prensa, radio y televisión de aquella época, aunque hoy en día se cuestione la forma en la que se gestionó el asunto. Los políticos, a la postre, nos consideraron como una pieza clave. Una visión que se potenció con el 23-F, donde toda la ciudadanía estuvo pendiente de los medios de comunicación. En ese momento se vio que aumentó el cariño social hacia los periodistas. Creo que ha sido el momento más álgido de aprecio que nuestro gremio ha tenido en este país. Se nos veía como las personas que nos desvivíamos por contar la noticia a la vez que formábamos parte de la lucha común por la democracia y por la defensa de las libertades conseguidas en 1981, pues llevábamos, tan solo, tres años de Constitución. Recuerdo, por ejemplo, la edición especial de El País por el fracaso del golpe de Estado.

¿En qué cree que ha cambiado la imagen del periodista desde entonces?

Los tiempos cambiaron y la visión social del periodista se ha ido diversificando. El protagonismo se diluyó, sobre todo a partir de la irrupción de las televisiones privadas de determinados comportamientos, reallity shows y programas de entretenimiento. La transformación ha sido radical y creo que, actualmente, nos identifican más con reporteros que van detrás de famosos todo el día tratando de conseguir alguna declaración haciendo guardia en sus casas que con profesionales que están en una redacción, van a juzgados a indagar cualquier caso que se intente esconder, salen detrás de un ministro, etcétera. Ese es el papel fundamental de los periodistas que creo que ha quedado ocultado tras el ruido mediático de la prensa del corazón. Los medios digitales también han hecho mella. Hay que tener en cuenta que antes el periodista era el transmisor de noticias. Elaboraba y canalizaba la información del emisor –el Gobierno-. Es decir, ejercíamos de intermediarios. Hoy en día esto ya no es así; cualquier celebridad tiene una cuenta de Twitter o de Facebook donde cuelga lo que le dé la gana para que sea visto directamente por un receptor. Por tanto, la profesión de periodista debe reinventarse en una nueva era, pateando la calle de lado a lado en busca de protagonistas. Hay que evitar la comodidad de no salir de la redacción y hacer los periódicos con las notas de prensa que nos llegan.

El 1 de enero de 2015 entró en vigor la reforma de la Ley de Propiedad Intelectual, que incluía el Canon AEDE o Tasa Google, una “cuota” de obligado pago para todos los agregadores de noticias  (excepto redes sociales) por enlazar contenido de otras páginas. ¿Qué opina al respecto?

En este asunto hay muchos intereses en juego y todos quieren protegerlos. Pienso quelos consumidores tienen que ser conscientes de que todo cuesta algo y que las noticias no crecen como flores en el campo; deben cobrar su publicidad. Eso sí, también opino que la reforma se debería haber gestionado mucho mejor y, ahora mismo, no creo que sea sostenible ni que avance mucho. Hace falta más racionalidad.

¿Está cerca el final de los periódicos de papel?

Bueno, es el eterno debate. Es difícil predecir el futuro porque no soy un adivino, pero de momento ahí sigue tras años y años de cuestionamiento. Pasó lo mismo con la irrupción de los medios electrónicos. De hecho, tengo un lector en casa eBook que prácticamente ni utilizo. Hoy en día la gente, y sobre todo, las nuevas generaciones, no están acostumbradas al ritual del periódico. La ventaja que ofrece el formato físico respecto al digital es su versatilidad. No hace falta ningún tipo de conexión a internet ni tienes que estar pendiente de si a tu Smartphone le queda un 10% o un 1% de batería.

¿Cree que en la actualidad el periodismo ofrece buenas oportunidades laborales?

Estamos en un momento incierto y hay que saber pararse a pensar. La sociedad está cambiando por culpa de la crisis económica y, como he dicho antes, no sabemos qué puede deparar el futuro. El periodismo siempre ha sido una carrera atípica en la que se recomienda saber de todo sin especializarte en nada y que también te da la oportunidad de meterte en proyectos transversales, porque en la facultad te enseñan, además de comunicación, otras ramas como la estadística, economía, psicología, antropología o sociología. Por tanto, considero que las oportunidades están abiertas y son numerosas; ya sea como redactor de prensa, corresponsal, Community Manager, editor de contenidos web, reportero, investigador, etcétera.

¿Cuál es la situación actual del intrusismo laboral en la profesión?

Ahora hay menos que antes. Siempre he sido partidario de que el periodista es una casa con muchas puertas. Es una profesión muy vocacional y donde hay que tener dotes de expresión. Quizá este fenómeno se dé más en televisión que en prensa escrita, pues en la pantalla cuenta más la imagen y el impacto que una buena formación académica. La gente no se para a pensar en que Jordi Évole no tiene la carrera de periodismo; sino en que hace un trabajo espectacular que le hace ser una de las personalidades más respetadas del país. Al final lo que importa es el resultado, pero yo recomiendo pasar por la facultad.

¿Qué formación complementaria recomiendas para llegar a ser un buen periodista?

Toda la posible. En esta profesión, como se suele decir, hay que tocar todos los palos. Es una carrera que nunca está de más. Por ejemplo, te puede decir que yo, cuando estudiaba, me interesé por el tema del medioambiente. Me informé por mi cuenta y complementé lo aprendido en la facultad con lo que yo iba asimilando fuera de ella. Es muy importante ser autodidacta y no conformarse con el mínimo establecido. Si tuviera que recomendar una formación alternativa, diría que es muy importante dominar las nuevas tecnologías: redes sociales, fotografía, diseño web, maquetación, edición de vídeo, etcétera.

¿Vende un periodista sus ideales a los intereses del medio?

Cada periodista tiene que saber dónde trabaja. Pero, obviamente, y por poner un ejemplo, no puedes ir a trabajar con la camiseta del Real Madrid a la empresa del FC Barcelona. Yo puedo decir  que nunca he sido mediatizado ni encorsetado. Puede ser que, a nivel comercial, los medios sí que interfieran un poco, pero en el tratamiento informativo no. Hay que tener en cuenta que el lector de La Razón no demanda la misma información que El País; son visiones distintas y todo es criticable desde todos los puntos de vista. Yo, personalmente, no veo bien el famoso dicho extendido en todas las redacciones de “no dejes que la realidad te estropee un buen artículo”, porque cada medio tiene su planteamiento, aunque no me parece ético manipular los datos para que todo la noticia cuadre.

¿Qué balance hace de la situación política y económica que se está viviendo en España?

Es una situación convulsa. La gente ya estaba harta de todo lo que venía pasando y el Gobierno no interpretó los avisos correctamente, por lo que creo que está totalmente desacreditado. Desde el famoso movimiento del 15 M hasta ahora la conciencia social ha cambiado muchísimo. Aunque parece que esa revolución se diluyó un poco, han surgido importantes movimientos ciudadanos en forma de partidos políticos –como Podemos- , que, desafortunadamente, son muy difíciles de canalizar por su dispersa organización y poca claridad. En cierto modo, vivimos en un momento apasionante y de exaltación que me recuerda al espíritu de los primeros años de la democracia. El año 2015 será decisivo por las elecciones generales y los periodistas debemos aprovechar para contar lo que pasa, no dejarnos embaucar ni ser condescendientes con las nuevas formaciones políticas.

Veremos qué depara el tiempo. Siempre me ha gustado decir que hay una puerta abierta para la esperanza.

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