Durante nuestro viaje, también fuimos invitados a visitar la Fulki school, un colegio mágico basado en la filosofía de Tagore y otras escuelas como la Montesori donde ayudar al niño a obtener un desarrollo integral, para lograr un máximo grado en sus capacidades intelectuales, físicas y espirituales, dando importancia, durante la educación, a todas las artes.
Nada más cruzar el umbral de la puerta, no podía dejar de sonreír…
Este cuadro de la entrada, fue la primera foto que hice al llegar. Y qué bonito sería cuando al finalizar la visita, Juan y yo seriamos obsequiados con un cuadrito como este, con unos dibujos hechos por alumnos de la escuela.
En un tablero que estaba en una pequeña habitación, me llamo la atención este cartel con los pajaritos. Pregunté curiosa por saber qué decía: «Trabajos hechos a mano»…
La primera clase estaba llena de niños de tres años que nos cantaron una canción. Una niña se acercó a saludarnos. Al darme su manita, me dí cuenta que llevaba un cordón rojo de pulsera, igual al mío… esto me hizo recordar la historia del hilo rojo, la que cuenta que en la luna vive un ancianito, que por las noches, mientras dormimos, va enlazando el dedo meñique de cada persona, con los de otras almitas preciosas que un día estarán destinadas a conocerse…
El director del centro, Abul Momen, nos acompañó en todo momento.
Tanto profesores como alumnos, nos recibieron con gran alegría y mucha educación…
Me gustaron mucho los uniformes y los colores con los que habían pintado las mesas, paredes y puertas…
En una de las clases estaban haciendo collage y me senté con ellos a hacer yo también uno. Cuando lo terminé se lo regalé a la clase y lo pusieron en el corcho.
Juan, Anatholi y Sazed, mientras que yo me quedé en aquella clase, habían seguido visitando el colegio y me los encontré más tarde en la biblioteca. Allí en la pared, lucían unos cuadros con imágenes de gente importante dentro de la cultura de Bangladesh, entre ellos estaba el padre de Sazed, Mahbub Ul Alam, reconocido escritor y fundador de «Jamana» el primer periódico de Bangladesh.
Después nos enseñarían la terraza desde donde se divisaba una colina llena de árboles, allí arriba también tenían un pequeño huerto y la sala donde observar las estrellas.
Antes de volver a bajar, me presentarían otra clase con niños un poquito más mayores y me pidieron dibujarles algo en la pizarra…
Por último bajamos a una especie de salón de actos donde las profesoras nos cantaron unas canciones con el acompañamiento del armonium. Sazed y Anatholi proyectarían su documental sobre la Kirwani Orchestra ,Juan hablaría sobre su tesis «Graffiti en Elche» y donaría su libro a la biblioteca del centro.
Qué sorpresa tan bonita cuando nos regalaron aquellos dibujos enmarcados de los niños del centro…
Dhonnobad!!!
Dolça